¿Quién es el Espíritu Santo?
iHola Chicos! iQué pregunta tan complicada! Pero en realidad es re fácil, porque el Espíritu Santo es Dios. Si, como Jesús es Dios, como Nuestro Papá del Cielo es Dios. Son Tres Personas distintas y Un solo Dios, y este es uno de los misterios más misteriosos de…Dios.
A veces Diosito habla en difícil y nosotros no somos tan inteligentes como para entenderlo Porque Dios es Dios y sabe más que todos!
Hay Santos que lo quisieron explicar, como San Patricio que nos dio el ejemplo del trébol, ¿se acuerdan? Tomó Patricio un trébol de tres hojas y nos enseñó que así como el trébol era uno, pero tenía tres hojitas distintas y un solo tallo, así pasaba con la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, Tres personas distintas, y un solo Dios.
Pero ahora hablemos del Espíritu Santo: es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, y como Espíritu que es, se manifiesta de distintas maneras. Como Paloma, como Agua, como Viento, como Fuego, y aunque generalmente no lo vemos, lo sentimos. Es igual como pasa con el Amor que no lo vemos pero lo sentimos, no vemos al Consuelo pero lo sentimos, no vemos al Consejo pero lo sentimos.
Sí, es así porque el Espíritu Santo hace todo eso y más, muuuuuchísmo más, porque como es Dios todo lo puede.
Nos inunda con Su alegría, Su Paz, Su perdón, Su sanación, Su amor. Él nos llena de regalos, por eso se lo llama el Gran Don, que quiere decir el Gran Regalo.
¿Y por qué pasa todo esto? Les cuento: ustedes saben que Jesús murió, resucitó y subió al Cielo, pero no nos dejó solos. Él se quedó de muchas formas con nosotros. En la Eucaristía, en la que está escondido, en Sus promesas, aunque no lo veamos, y Jesús también nos dejó al Espíritu.
Jesús nos había dicho que Él se tenía que ir y volver al Cielo, para que viniera el Espíritu Santo. Y miren lo que pasó: la Virgen estaba reunida con los discípulos rezando como les había pedido Jesús
antes de subir al Cielo.
Nos cuenta la Palabra de Dios: «El día de Pentecostés todos los discípulos estaban reunidos en un mismo lugar. De repente se oyó un gran ruido que venía del Cielo, como cuando sopla un viento fuerte, que resonó por toda la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron lenguas de fuego, que se distribuyeron y se posaron sobre ellos; se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otros idiomas, según el Espíritu los inducía a expresarse.
En esos días había en Jerusalén judíos devotos, venidos de todas partes del mundo.
Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Atónitos y llenos de admiración, preguntaban: ‘¿No son galileos todos estos que están hablando? ¿Cómo, pues, los oímos hablar en nuestra lengua nativa?
Entre nosotros hay medos, partos y elamitas; otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene. Algunos somos visitantes, venidos de Roma, judíos y prosélitos; también hay cretenses y árabes. Y sin embargo, cada quien los oye hablar de las maravillas de Dios en su propia lengua ’11.
Hechos (2,1-11)
iGuauchil Qué fuerte y maravilloso es el Espíritu de Dios, que puede hacer cosas sorprendentes.
¿Se imaginan el ruido que habrá hecho para que todos en Jerusalén se acercaran a la casa donde estaban María y los Apóstoles?
Pero a veces, el Espíritu también llega suavemente como cuando sentimos que tenemos que ayudar a alguien, ser valientes, rezar, ser buenos.
Porque Él desciende como Brisa Suave, como Paloma, como una Fuente de Agua, como un Invitado Dulce y Bueno que viene a nuestra casa, a nuestra alma.
¿Y saben por qué? Porque Él quiere vivir en nuestro corazón, hacer allí Su nido, Su casa, y que así estemos llenos de Dios y seamos súper, no por nosotros mismos sino porque adentro nuestro vive Dios, vive el Espíritu Santo.
¡Vamos a invitarlo a que venga a tu corazón y a mi corazón, rezando y cantando para que vaya bajando!
Y como cuando viene un Súper Importantísimo Invitado pongámonos lindos por fuera, pero especialmente por dentro, siendo requete buenos. ¿Nos ayudás a pedirles a todos que preparen la Fiesta de Pentecostés, como nos pide Jesús?
¡Vamos, que va a estar rebueno!