¡Bendecido día queridos Hermanos! Y… me pregunto cómo escribir una Carta de Navidad, y en este instante brota de mi corazón una sonrisa que inunda mi vida ¡Cómo no sentir ese gozo, cerrando mis ojos y pensando en Navidad! Allí toda preocupación desaparece, y llega la paz. Miro a mi alrededor y veo un precioso cielo que parece iluminarse después de un aguacero, lo que no es más que otro de los tantos detalles que El Señor me regala en una pincelada de lo que ha sido este año, muy duro para tantos.
Y así, en medio de la noche que va cayendo, se empiezan a dibujar en medio de la oscuridad las estrellas que parecen inclinarse sobre la tierra para dar paso a la llegada de este Tiempo, el Tiempo de los tiempos, un Tiempo que para Dios no ha pasado, porque es el Tiempo de Adviento.
Un Tiempo de dolor y entrega, Tiempo de esfuerzo y esperanza, Tiempo de Gracia, porque como hace muchos siglos una Figura delicada y preciosa se vislumbra realmente sobre la tierra. Es la Dulce y Hermosa Doncella que a nosotros se arrima como Madre que nos trae la fuerza necesaria en medio de tanto frio, que viene en medio de angustias y lágrimas para decirnos: Estoy aquí, soy tu Madre y te acompaño donde estes, porque aunque haya tanto que no puedas comprender yo te quiero abrazar como Mamá para enseñarte a vivir la felicidad. Mi Niño esta acá y te lo quiero entregar esta Navidad,
¿me dejas pasar?»
El Niño Jesús ya está latiendo por estos caminos de nuestras vidas. El viene por Amor y milagro de Dios en el Seno Virginal de María que busca un lugar con paciencia amorosa de Madre, para recibirlo en medio de tantos ruidos, en medio de tanto hielo, en medio de tantos llantos y barro. Aun cuando la noche se haga mas cerrada, veamos una Estrella que con una destellante luz baña en cascada a toda la tierra, a todos los hombres. La llevan los mismos Angeles que nos» llaman» a mirar al Cielo, a mirar a esa Preciosa Niña de Galilea que con sus hermosos ojos celestes y su dulce sonrisa viene a darnos también la Vida, para que hagamos simple, muy simple, nuestro día. Ella viene a pesar de las corridas, a pesar de todo lo que nos ha tapado y aprisionado este año, a pesar de las cruces que venimos cargando, para que en este tiempo- con mucho esfuerzo- de a pequeños ratos empecemos a despejar nuestro corazón y a hacerlo un lugar sencillo, para que así Ella pueda entrar en esa nuestra
«gruta» y dejar allí al Niño Dios, para cambiarnos verdaderamente la vida.
Navidad es cambio de Vida. De nuestra vida a la Vida que brilla más allá de todas las heridas, más allá de toda oscuridad, porque un Bebé muy especial, El Bebé de María, viene a transformar nuestros días.
Déjalos pasar, déjalos que en vos se empiecen a acurrucar y verás como nada es igual. La Noche de Paz te va a iluminar porque sentirás los delicados pasos de María que te darán la alegría de dejar en tu pecho al Mesías. ¡Dios está con nosotros!
¡Feliz y santa Navidad!
Marta