Cuando ingresamos a Cuaresma, cada año, nos enfrentamos a acompañar a Jesús en este largo camino, atravesando el Calvario pero culminando en la Resurrección. Estos textos espirituales que preparamos para ti nos preparan para ir por este camino lo más cerca posible de nuestro Jesús.
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Es Cuaresma, es un tiempo extraño…Parece que el Señor quisiera detenerme, que deje de correr y afligirme. Parece que como murmullo me dice al oído ¡Alto, detente!
Es ese Dios que es mi Amigo, que está vivo, que está siempre delante mío, atrás mío, al lado mío, está en estos días más insistente, y sin embargo yo lo paso por alto.
Hay tantas cosas que me preocupan, tantos pensamientos que tengo en la cabeza, hay tantas cosas que tengo que hacer y resolver. Sin embargo por más que resuelvo y resuelvo “mis temas”, tengo siempre en el pecho una angustia que no es pasajera, un vacío, algo que siempre deja en mi corazón un dolor, por más que tenga momentos de alegría, hay algo que no me deja… Es mi alma que parece siempre inquieta, por heridas viejas y nuevas, algunas frescas, otras que ya tienen su costra, pero que están ahí. Siento que nada de lo que hago es suficiente para alcanzar la paz, la plena felicidad, siempre me falta algo…
Y Vos, Señor, me seguís esperando, mirando callado, o queriendo con algún signo tuyo detenerme, y sin embargo oís permanentemente mi respuesta a tu invitación: “Después”. Si, un seco “después”, un seco después que nosotros tus hijos te decimos una y otra vez. No tenemos tiempo para Dios… qué barbaridad, qué necedad.
En este tiempo de Cuaresma Tu llamada es más fuere; me llamás para que vuelva, que vuelva a Ti, que vuelva a Casa…
Y me dices:
Ten calma alma, vuelve a casa, porque tu Padre te ama, porque sos mi alma amada y Mi Corazón quiere hacer en ti, pobre alma, Su casa. Una casa amplia y llena de ventanas donde la llama arda, donde Mi Palabra sea brisa que sane tus heridas y sacuda todo óxido y mal olor que haya en vos. Para hacer en ti la Morada de Dios, que huela a flor, donde el paso de esta Cuaresma, tu cuaresma, tenga Mis huellas, mis sandalias las llevas puestas. Yo te he creado, te he soñado y te llamo a diario, ¿qué te ha pasado, si Yo te cree del barro y te modelé con Mis Manos para que seas santo, para que los dos vayamos de la mano, porque nos amamos? Tú sabes que te amo como nadie te ama. ¡Alma, Yo sé que me amás, aunque tengas llagas, aunque pienses que no amas, no te sientas despreciada! Porque tú eres Mi alma y Yo soy tu Casa, abre tus alas, levanta tu mirada que tu Padre te llama y te abraza. Necesitamos momentos nuestros, de Padre e hijo. Yo te daré el alivio, ten el corazón de niño, deja atrás tus miedos y tus tiempos, Yo soy el Maestro y te veo, juntos todo lo podemos, aún pasar el desierto. A veces este desierto es un gigantesco huerto lleno de soledad y miedos, lleno de desconciertos, pero Yo que todo lo veo no te dejo solo ni en el desierto ni en el Huerto.
Soy Tu Padre Bueno, piensa en eso. ¡Hablemos! Eso es este Tiempo, hablemos, porque Yo vengo a hacer todo nuevo, y juntos podemos, no tengas miedo, ¡porque soy Dios! Dios que da la vida por vos, que no teme a la humillación por tu amor. Dios que vive la pasión cada vez que me dejas y te abandonas, sí, te abandonas vos mismo porque tienes tantos ruidos que no escuchas Mi Murmullo Divino que te da alivio. Te pido que hablemos, que dejemos todo «el resto» y que estemos juntos en tu desierto, porque Yo te voy a regalar allí el Cielo. Silencio y oración, perdón, tiempo De Dios, y para Dios, unámonos los dos, para que te pueda abrazar y así caminar. Yo soy tu Padre, no olvides que tú eres mi hijo y vine a darte alivio. Mira a Mi Hijo, lo doy en sacrificio por ti mi pequeño, por ti para que no sientas abandono ni miedo, por ti para hacer en ti todo nuevo. Te pido confianza para poder sanar tus llagas, te pido confianza y haré que todo arda. Yo te he hecho a mi semejanza, Yo te ofrezco Mi Casa, no vayas a abandonarla, detente y pasa, detente y calla, escucha a tu Padre que te ama.
Ofrezcamos en esta Cuaresma silencio y oración para oír a Nuestro Padre Dios.
¡Vivamos con alegría que Jesús nos guía!
¡Ay Jesús qué difícil es querer seguire en un mundo, en el que todos quieren ser felices y cada vez son más infelices! Cuando se cree que la felicidad es estar a “la moda”, ir de parranda y mostrar que somos cristianos, vamos a la Iglesia y hasta paricipamos de Tu Mesa, pero nuestro corazón está en el “mundo”.
Es tiempo de carnaval, es tiempo de ¡fiesta!, fiesta pagana.
Sí, Jesús, ya sabemos que es pagana de aquí hasta la China; no lo disfracemos de que es “solo algo lindo y divertido”, donde basta ver los “vestidos” desvestidos con lo que nos exhibimos y bailamos, para que se cumpla el significado de la palabra: carne vale. Y sí, en estas «fiestas» toooooodo vale y aunque algunos no podrán decir que es solo «hasta ahí», les pregunto qué sugeríos o inspiramos en los demás. Algún diccionario defiende carnaval como una fiesta que «se opone a la represión de la sexualidad y a la severa formalidad litúrgica de la Cuaresma», y no es un diccionario católico, ni siquiera cercano al catolicismo al que me refiero. El mismo diccionario expresa «En la noche del Carnaval todo vale y dice la leyenda que por eso se ponen máscaras» (me pregunto a quién engañamos con las «máscaras» si Dios todo lo ve).
Sí, Jesús, sé que como Iglesia hay que acompañar los tiempos, que Vos sos actual y moderno, y por eso nosotros los laicos también usamos malla en la playa y bailamos en las fiestas, porque es verdaderamente linda la alegría legítima, los amigos, las cosas ricas y un buen vino.
Sé que Vos nos regalás estas cosas tan humanas porque también pueden ser santas y de hecho ¡los son! ¿O la alegría y nuestro cuerpo no los creaste Vos? A mí me encanta bailar y también cantar (aunque en esto último por más que me esfuerce, hago sufrir al que me escucha…) y sé que todo es ¡Bendito!
¡Sí bendito! Por eso con esta liberad que también me regalaste quiero ser verdaderamente CRISTIANO, quiero que mi cuerpo sea cristiano, que mi baile sea cristiano, que mi alegría sea cristiana. El Señor y la Cuaresma
¡Ah Señor, también es Cuaresma!
Esta Cuaresma que a veces parece “eterna”, que tanto nos pesa, que a veces nos cuesta seguir, porque Vos ¡nos llamás al desiero! Nos llamás a negarnos a nosotros mismos, a tomar nuestra cruz y seguire. Suena re antiguo…, con lo lindo qué es diverirse. Sí, ya sé lo que también dijiste, “estar en el mundo sin ser del mundo”…
Señor, humildemente, ¿sabés qué quiero saber? Si hoy, HOY, lo podemos practicar. Sin ser “raro”, “ridículo”, “reprimido”, ”ñoño”, ni fanático, siendo “normal”. ¿Me lo podés explicar?…
La Cuaresma es tiempo de promesas, de buscar la Buena Nueva, es como una fiesta para que vuestra alma sea sanada, que se vista de gala, que cure todas vuestras llagas aún las que están putrefactas. Es un tiempo de abandonar lo viejo, por eso Yo soy tan moderno, y hacer el trabajo de “achicaros” sacando lo malo y poniendo lo santo.
¡Sed humanos, porque así Yo os he creado! Sanos, FELICES, rechazando toda tentación a través de Mi Espíritu de Amor, con alegría en el corazón. ¿O cuando os estáis curando, aunque estéis llorando no estáis levantando los brazos para alegraros? Sí, sed felices porque Yo os cree felices, es más, Mi Cruz es tu felicidad, para eso me dejé martillar, para eso Mi Sangre vine a dar, para que tengas la paz de la VERDADERA felicidad. En esta tierra quiero tu felicidad, no solo más allá de las estrellas, la quiero acá. Aquí empieza Mi mundo y vuestro mundo. Un mundo distinto al que quieren hacer algunos de Mis pobres hijos, que están tan confundidos. Un mundo donde brille Mi Hijo, por eso Lo ofrecí en sacrificio, en la Cruz puse Mi brillo y la alegría de haceros Mis hijos.
Yo os guio en el desierto de este mundo, rechazando la tentación del mundo de hoy. Yo les enseñé Mi Carne y les dí también el rostro de Mi Madre que murió a “esa carne”, la de tu carnaval, para vestirse de Cuaresma y para que así se vista Mi Iglesia, porque la Cuaresma no pesa, la Cuaresma es piedra de la que brota el Agua nueva que vivifica Mi Iglesia y te da vida a ti, Mi piedra.
Sed carne, sed corazón, sed espíritu según Yo que Soy vuestro Creador y habito en vos, y por sobre todo sed felices a pesar de las cicatrices, a pesar de los miedos, a pesar de las veces que por ti subí al Madero, porque Yo vine por ti a hacer todo nuevo.
Recordad que siempre os veo y sabéis lo que para ti Yo tengo…
En estos tiempos de Gracia, elevemos nuestra alma y vistámosla de Pascua. Y que en esta Cuaresma edifiquemos la Iglesia, a través de la oración, el amor y el perdón. Busquémonos a nosotros mismos pues Cristo ha vencido y quiere que Le entreguemos nuestro corazón para renovarlo a través del poder sanador del Espíritu de Amor.
¡Seamos honestos! Mirémonos con los Ojos del Maestro.
Jesús quiere “tocarnos” para resucitarnos.
Subamos con Él al Calvario mirándonos por dentro, para que Él haga todo nuevo. Para que muramos a lo viejo, herrumbrado y putrefacto que a veces en nuestro corazón encontramos. “Muramos”, perdonando, pues eso Él nos ha enseñado, y saquemos todo el “barro” para que el Señor nos haga Su cántaro lleno del Espíritu Santo para recrearnos.
Seamos una rosa para Jesús en esta Cuaresma, una gota de rocío en Sus Pies tan heridos. ¡Que el Señor en Su Corazón os guarde y os lleve en sus brazos nuestra Purísima Madre!