Oh María, Madre nuestra, haznos un corazón pequeño para que algún día en el Cielo te contemplemos.
Para ello, como verdaderos hijos, te ofrecemos nuestro cuerpo,
vida y alma para que sean a tu Inmaculado Corazón consagrados
y así por Ti, fuente de infinita Gracia, sean entregados
a la Vertiente del Amor, Jesús, Nuestro Redentor.
Regálanos Madre Nuestra, el don de la fe, una esperanza sin par,
verdadera humildad y la perfecta caridad inspirada en el seno
mismo de la Santísima Trinidad, para ser liberados de la iniquidad
mediante el triunfo de tu Inmaculado Corazón.
Amén.
(Oración Privada)