El Santo Rosario para niños es uno de nuestros textos preferidos, porque proviene directamente del carisma central de la Misión y, como verán ustedes, porque tiene en su desarrollo una participación directa de nuestro querido San Gabriel Arcángel. Su lectura, sabiendo desde donde está inspirado el texto, no es sólo para niños, sino para toda alma de buena voluntad que busca a Dios en la meditación y oración de Sus cosas.
¡Hola! Hoy queremos enseñarte unas maravillas, muuuuy maravillosas, que hace Dios con nuestra oración. ¡Y te las vamos a contar con la ayuda de los Ángeles, y de la misma Virgen María! Por eso hoy te invito a que juntos comencemos otra gran aventura, entrando de la mano al Corazón de Dios.
¿Sabes que la Virgencita nos contó que la oración de un niño vale como la de un ejército de grandes? Y te preguntarás, ¿por qué? ¡Porque los niños son los preferidos de Jesús, ya que ellos son sus súper amigos
Sí, vos sos un super amigo de Jesús, que es Dios y que está hoy más que nunca a tu lado. Qué hermoso…y qué responsabilidad. Somos amigos de Dios. ¡Eso es enorme!
Por eso, María, Nuestra Mamá, que también es la Mamá de Jesús, nos viene a enseñar cómo ser siempre buenos amigos de Dios, para no dejarlo solo en algún lugar, abandonado, o para no olvidarnos que Él nos está esperando. Así, la Virgen nos cuenta un montón de cosas para ir creciendo en el Amor de Jesús cada día, y son cosas que te van a ayudar a vos y a muchas otras personas a conocer cada vez más a Jesús y así sentir siempre Sus abrazos y vivir junto a Él, como un pollito cobijado.
¡Ella viene a ayudar al mundo entero!
Y vos dirás: ¿tanto?
Sí, tanto, porque Ella y Dios te aman más que nadie.
La Virgen nos contó un día que con la oración podemos parar guerras, huracanes, enfermedades, ¡y un montón de cosas más, siempre que sea para el bien! ¡Sólo tenemos que orar de corazón, con Fe y poniéndole muchas fuerzas! Y por supuesto siendo buenos, luchando como verdaderos superhéroes de Dios, para así ayudar a Jesús en esta tarea que es nada más, ni nada menos, ¡que SALVAR al mundo!
Yo conozco a varios chicos que fueron héroes haciendo lo que la Virgen les decía y comenzaron a cambiar el mundo. Por ellos se sanaron enfermos, se hizo buena la gente mala, se arreglaron familias rotas, terminaron guerras y un montón de cosas más. Les nombro algunos: Jacinta, Francisco y Lucía de Fátima, Bernardita de Lourdes, Carlo en Italia, Ceferino y muchos otros.
¡Y hoy, la Virgen te lo pide a vos!
Bueno, entonces, vamos a cambiar el mundo y a parar el mal, vamos con María a pisar al diablo, ¡porque juntos podemos! ¡Estoy segura de que podemos!
La Virgen nos dio una receta muy fácil: Rezar el Rosario y ser cada día más buenos. No me digas ¡aaaaaah!
¿Cómo que no?, creé y decile a Ella sí.
Si, porque la Virgen nunca miente y sabe muchos secretos del Señor. Si, porque Ella nos viene a guiar para que juntos lo hagamos. ¡Además, están todos los Ángeles y toditos los Santos con María para ayudarnos!
Les voy a contar ahora qué es el Santo Rosario…
El Santo Rosario es un Jardín de rosas, y de allí viene su nombre, que une al Cielo con la tierra, y que vos mismo sembrás. Cada borlita del Rosario, a las que también les decimos cuentas, representa un Ave María o un Padre Nuestro o un Gloria. Estas son tres súper poderosas oraciones, porque cuando las rezas y aunque vos no lo veas, saltan como chispas de tus manos al tocarlas y rezarlas, porqué así te unís a Dios a través del Espíritu Santo. El es también Dios y te abraza, y te levanta en Sus alas y te escucha…para saber qué necesitas. Y así, en ese instante, viene El Espíritu Santo a tu presencia.
También podemos decir que el Rosario es una Corona de rosas que vos tejes con cada palabra que decís en las oraciones y que se las entregas a la Virgen para que, como la Mejor Mensajera, le cuente a Dios todo lo que te pasa. Es de allí que tus oraciones siempre tienen perfumes, a veces a rosas, otras a incienso u otras a distintas y exquisitas flores. Son perfumes de Cielo, que muchas veces sentimos al rezar.
Vamos a hablar ahora sobre cómo está organizado el Santo Rosario. Está dividido en cuatro grupos de Misterios. Y vos te preguntarás: ¿qué son los Misterios? Los Misterios son cosas grandiosas e inimaginables que Dios sabe y hace, y que a veces El nos las muestra en el tiempo en que nos conviene saberlo y en la forma que podamos comprenderlo. ¡Son cosas muy misteriosas de Dios! Una vez un Angel nos mostró que esto es como correr un velo de una preciosa tela casi transparente, que según el misterio del que se trate tiene un color diferente. Esta es una tela hecha por el Amor de Dios
Vamos con los primeros misterios…
► ¡Los Misterios de Gozo! ◀︎
¡El Angel nos explicó que los Misterios de gozo son aquellos que nos hablan de Dios con nosotros!
Qué regalo, Dios esta con vos, en vos y viene por vos porque Él tanto te ama.
El Ángel entró en el lugar donde Ella estaba y le dijo: Salve, llena de Gracia, el Señor está contigo…
¿Saben lo que este mismo Angel nos contó? Que María estaba en su casa orando y a Dios cantando, y que él se apareció en una nube gigante, una nube de amor que toda la pequeña habitación iluminaba. San Gabriel, así el Angel se llama, nos contó que Dios a María le entregaba por obsequio de amor una visita, una visita de amor. Gabriel se acercaba así a esa pequeña María que tan feliz al mismo Dios ponía, y que con su corazón purísimo a Él lo llenaba de alegría.
Al ver al Angel, el corazoncito de María más rápido aun latía, y así llena de gozo y alegría vivía esta visita. Y aunque Ella no comprendía lo que él le decía, aceptó ser la Madre de Dios, y así Jesús en Ella vivió. En ese momento todo el Cielo se iluminó y grandes trompetas anunciaron que Dios a nosotros llegaba, y los Ángeles cantaron pues toda la tierra se iluminaba.
El Arcángel Gabriel acompaña a María en este camino entre Nazareth y la montaña donde su prima, Isabel, vivía.
María era muy sencilla, no tenía vanidad y nunca pensaba en ella misma, sino en su prima que también un bebé esperaba. Ella en Dios todo confiaba.
Nuestro Arcángel guía nos cuenta: En aquellos días yo seguía a María, y Ella sencilla y entregada a Dios todo confiaba. Por eso es que con esperanza y sin entender lo que pasaba, esperaba y amaba, y entregada más aun a la Palabra que le había sido confiada, a Isabel su prima, visitaba. Llegó finalmente cansada, pero iluminada por la gigantesca Gracia, porque a Dios llevaba.
Y subiendo la montaña, María Inmaculada, María la Niña Santísima, permanecía erguida en Dios que la mira y guía. Finalmente, llegó a la casa de quien siempre la recibió, Isabel la abrazó y todo el Cielo cantó. En el momento del encuentro, al mirar Isabel a la hermosa María que al Niño Dios en su vientre traía, Dios le habla, y fue entonces que su bebé de alegría en su seno salta e Isabel con Dios a María le canta. Llena de gozo en ese abrazo santo por la prima que Dios le ha obsequiado, y porque el mismo Dios se hizo presente como signo de bendición y Gracia.
¡Grandes trompetas suenan en aquel Belén, porque ha nacido el Niño Rey, y a Jesús todos quieren ver!
En la oscuridad de la Noche una estrella todo iluminó, y a los pastorcitos se anunció que Jesús acababa de nacer. Lo buscaron y lo encontraron en una cueva donde El con Su Mamá dormía. Allí estaba María que sonreía, junto a José que los contemplaba noche y día.
Hasta hoy esa cueva todavía brilla porque allí nació la Vida, el Mesías.
Junto a dos tiernas palomitas van José y María a presentar a Papá Dios a Nuestro Jesús, en entrega y en agradecimiento por el más bello de todos los obsequios. ¡Dios en nuestro encuentro, el Pan Nuestro!
Jesusito, te agradecemos por haber venido y quedarte siempre entre nosotros.
Mamá María sé nuestra guía y renueva en nosotros la dicha de tener al Mesías.
¿Dónde está Jesús? María preguntaba. ¿Dónde está Jesús?, se leía en la mirada dolorida del pobre José. ¡Alguien lo tuvo que ver! Y entre los parientes se preguntaban, pero nadie lo encontraba.
Orando angustiados a Jerusalén llegaron, y ahí lo encontraron en el Templo de Su Papá hablando. Con mirada sorprendida María le decía que no los deje solos, porque el llanto los partía. Y Jesús, con Su mirada de dulzura infinita, se presenta en forma secretísima, en Su sabiduría, como el Mesías que llegaba a los otros con la Voz de la Vida.
Y en un abrazo a Su Madre Santísima le decía lleno de azucarada ternura: Confía porque Mi Padre Me mira.
► ¡Los Misterios de Luz! ◀︎
Ahora chicos, vamos a seguir mirando todos los pasos que El Señor nos va a ir mostrando en estos preciosos Misterios de Luz Divina.
Jesús se acerca a aquel que Dios ha elegido, que parece vestido de mendigo, pero es el gran emisario del Altísimo: ¡Juan!
Juan, como Sacerdote del Señor, vuelca en un rustico cuenco el agua de la Gracia, el agua del Bautismo, sobre el mismo Cristo, que lo ofrece como signo de penitencia y Gracia para todas las almas.
¿Saben en qué pensaba Jesús en ese momento? En todos aquellos que con este signo en el futuro seríamos hijos de Su Padre, y seríamos también liberados del maligno.
Les sigo contando: el rio corría, y Jesús pisaba las orillas de aquel rio que Su presencia bendecía. Juan obedeciendo Lo bautiza, porque sabe que ante él está El Mesías, mientras su corazón se inclina y su alma se siente indigna ante el Señor de la Vida. Y al verter sobre Aquella Cabeza Santa el agua de la Gracia, todo el Cielo se iluminaba. Los ángeles se hincaban en eterna alabanza al Dios que amaban, y en ese momento como destello brillante una hermosísima Paloma, más blanca que la nieve, desciende, mientras la Voz del Padre se oía, confirmándole al mundo que aquí estaba El Mesías: ¡Su Hijo entre nosotros vivía!
¡Qué alegría porque Cielo y tierra uno se hacía en esta Luz Divina!
Jesús vive con nosotros cada día.
Ahora chicos vamos a espiar lo que pasó en Caná de Galilea. Caná es una pequeñita aldea, pero algo en ella destella porque parece que hay como una lluvia de estrellas que salen de la tierra. Se oye ruido, algún que otro burrito, ¡pero es que hay una fiesta!
Una boda, cuanta alegría, y es que Jesús y María allí brillan. Por eso esas estrellas saltaban y todo envolvían, porque allí estaba Jesús, El que da la Vida y llena los corazones de paz y de bendecida alegría. Jesús junto a Su Madre Santísima, que Su belleza y Amor imponían en aquella fiesta sagrada.
Oigo la voz de María: “Hagan lo que Él les diga”. Jesús la mira, y de Su seriedad sale la más bella de las sonrisas. Y diciendo unas pocas palabras, convierte grandes tinajas de agua en el más delicioso vino.
Gracias, ¡Jesucristo!
Ustedes chicos se preguntarán cómo vamos a anunciar un Reino. ¿Cuál Reino es?
¡Es el Reino de los Cielos!
Y como es el Reino más grande y maravilloso que existe, un Angel nos va a contar cómo es.
El Angel nos dice: Este Reino es infinito. Es un Reino de Paz y bendiciones que estallan en alegría, porque es el Reino del Amor verdadero, donde Dios es el Rey. Dios es el Rey sobre todo reino, porque Él es el único y verdadero Rey del Cielo y la tierra.
¡Como nosotros somos hijos de Dios, entonces somos hijos de un Rey! Un Rey que nos ama más que nadie y que viene a dar todo por cada uno de nosotros.
Podemos hablar muchísimo de este Reino, basta que miremos la hermosura del sol, la luna y las estrellas, las montañas, los campos y toda la creación. Basta que miremos el Cielo que Dios preparó para nosotros, y que, si bien es casi un misterio, el Señor nos viene a mostrar mucho de este misterio a través de los Ángeles y Santos, a través de la Mamá que Él nos ha regalado, María.
Pero como este Misterio es tan fabuloso, y Dios todo lo puede, Él lo quiso comenzar en tu corazón. Si, haciendo Él mismo un fabulosos Castillo en tu interior, ¡siempre que Lo dejes entrar a Él!
Y ahora, vamos a ver que más nos muestra el Señor en este Misterio de Luz.
Se siente el ruido del mar, un mar que se agita un poco más, es el Mar de Galilea. Allí en la orilla están Jesús y Pedro. Jesús, que ya es grande, le cuenta a Pedro cómo te mira a vos, porque para El siendo Dios el tiempo no existe. Sí, a vos, porque siendo Dios Él ya te conocía. Y así, sonriendo, le cuenta a Pedro que vos vas a hablar de Él y de todo lo que nos enseñó, porque así se empieza a formar ya en esta tierra Su Reino, con Sus enseñanzas de Paz y Amor. Repitiendo a otros Sus Palabras que sanan cuerpos y almas, porque con Dios todo vas a poder hacer y el mal vencer.
El Angel me sopla al oído que te acuerdes siempre, siempre, que sos hijo del Altísimo, sos hijo de Dios, y que todo Él quiere hacer por vos.
Acá estamos nuevamente con San Gabriel, nuestro Angel, y él nos viene hoy a mostrar que Jesús subió a un monte con tres de sus amigos, Pedro, Santiago y Juan, y cómo allí pasó algo muy especial, especialísimo.
Todo se está iluminando, hasta los pastos. Es un Monte alto desde donde se ve hasta el lago, y Él Señor los va mirando, nos va mirando. Para Él no hay presente, ni pasado, también a vos te ha mirado. Si, a vos, a mí, a todos, nos pide que lo sigamos. Que subamos a este Monte Santo, diáfano, para contemplarlo, para escucharlo.
De repente se deja de oír el canto de los pájaros y de algún grillo, o parece escuchárselos lejanos, porque una exquisita paz todo lo envuelve. El aire es más fresco, huele a flor, a hiervas frescas. La luz parece cada vez más intensa, porque toda la Luz parece bajar a la tierra, y entonces nuestro Jesús se eleva, y mientras Sus vestiduras vuelan aparecen Moisés y Elías como dos figuras santísimas que forman parte de nuestra Familia. Se escucha una Voz más fuerte que desciende, que todo inunda, que parece quitar todo dolor y amargura. Es la Voz del Papá del Cielo que habla de Jesús, que nos dice que Lo escuchemos, que nos muestra que Él es Nuestro Rey del Cielo, que viene a hacer todo nuevo.
El Ángel nos repite: escúchalo, entrégale todo lo malo, que Él va a ayudaros. Amén.
Nos cuenta nuestro Angel Gabriel: Hoy chicos Jesús nbrilla, brilla y tiene Vida. Todos los ángeles le estamos cantando, para adorarlo, para amarlo. ¡Y por todos lados se anuncia que Jesús ha resucitado y en la tierra se ha quedado!
Se ha quedado escondido en un pedazo de Pan para que vos te Lo pudieras llevar. Para que siempre Lo pudieran mirar, allí, El escondido, se queda para amar. Amar a los que no Lo quieren mirar, amar a los que no quieren amar.
¿Vos Lo venís a adorar, Lo venís a acompañar? Él te espera en cada Sagrario, en cada comunión. Si, vestido de Pan, siendo Dios por amor, Él se viene a dar por vos. Él quiere vivir en tu corazón porque en cada Hostia Santa Jesús te abraza y sana, te llama y en vos habla. ¡Escúchalo!
Ahora todos los ángeles están cantando desde aquel Jueves Santo en que Él se ha entregado, para vivir siempre siendo Cuerpo y Sangre en un pedazo de Pan. Pan que se ilumina cada vez más cuando vos te acercas y Lo miras, cuando en El y con Él te quedas.
No lo dudes más, vení y escuchá a ese Jesús que en vos se viene a quedar. Amén.
► Misterios de Dolor ◀︎
Y ahora chicos les voy a contar por quiénes vino y para qué vino Jesús. En estos Misterios de Dolor vamos a descubrir el Amor de Dios y aprender cómo el amor es darse, el amor es hechos y no sólo palabras.
Nos dice nuestro Ángel Gabriel: Jesús vino a rescatarlos de la esclavitud. Ustedes se preguntarán de qué esclavitud se trata. Si, de la esclavitud del pecado, de la esclavitud de no ser buenos.
Cuando te portas mal, te queda un sabor a rabia, a algo agrio que sentís en el corazón y se siente hasta en la boca, aunque sientas que ganaste haciendo el mal. Es el sabor de la fruta del mal, es el pecado. El pecado te enferma y te pone ataduras en la amargura, en lo malo. Y vos no sos malo, porque Dios te hizo para ser héroe, para ser bueno, para ser santo.
Pero, hay algo que te cambió, que te perjudicó, que te quitó la alegría porque te alejaste de Dios que es la felicidad única y verdadera. Él es El que siempre, siempre, va a buscar ponerte contento.
Esto pasó porque el primer hombre, Adán, desobedeció lo que Dios le enseñó, y no le importó perder todo lo que el Señor le había regalado. Escuchó al diablo, hizo lo que él le decía y cometió el pecado original, y por eso fue echado del Cielo que Dios le había creado en la tierra.
Pero Dios, en Su bondad, no te va a dejar sin alegría, sin Cielo, y que esa enfermedad del pecado te lleve a la muerte para siempre. Por eso Él te vino a buscar. Y también para que ya acá, en la tierra, estes junto a Él y que juntos rescaten almas y así disfrutes las maravillas asombrosas de Dios.
Para eso y por amor, Dios Padre en uno de los Misterios más grandes e incomprensibles, envió a Su Hijo Único, Jesús, para que los rescate a todos los que Lo quieran seguir.
Pero como el diablo no quería liberarlos de esta esclavitud del mal, de esa enfermedad de amargura y muerte, la única forma en la que se los podía rescatar era a través del sufrimiento máximo de Dios, hasta dar Su Sangre a cambio de ustedes. Por eso, Papá Dios entregó a Jesús en la Cruz para que sufriera las penas más atroces, y pague con Su Sangre Preciosísima y Divina vuestro rescate. Así, Dios dio todo Su Dolor y Amor como Padre, como Hijo Dios y como Espíritu Santo, para librarlos de todo lo malo y hacer que ya acá empiecen a disfrutar de sentirse hijos amadísimos de Él, y de la alegría y el perfume que llegan del Cielo.
Vamos a pedirle a un Angel que nos muestre lo que está ocurriendo. Se corre entonces como un velo etéreo, de color suelo…
La tarde está cayendo y Jesús está en un Huerto lleno de Olivos, y hace frío. Él está otra vez con sus tres amigos, Pedro, Santiago y Juan, que están dormidos. Jesús les pidió que rezaran, para ayudarlo, para ayudarse, pero no le hicieron caso.
Jesús está sufriendo, los está viendo a todos a través del tiempo, te ve a vos. Quiere cuidarlos a todos, quiere cuidarte, quiere que no sufra ningún niño, ni ningún grande. Pero ve como los hombres se pelean, se lastiman los unos a los otros. Ve gente herida y lastimada que nadie ama. Y llora, y siente tanto dolor que llora sangre, y transpira también gotas de sangre que caen sobre la roca en la que está rezando a Papá Dios. Y se ofrece por vos, y por todos, para morir en vuestro lugar y así vencer a satanás, y rescatarte y salvarte.
¡Él te ama, mira cuánto te ama!
El Angel nos dice: A Jesús Lo traicionaron, Lo ataron y arrastraron, y Lo llevaron ya todo ensangrentado, para seguirlo golpeando hasta con látigos. Látigos que entran en Su Carne entre burlas y golpizas, como garfios que lo destrozan. Jesús escucha gritos y quejidos, y ve a todos los hombres que están lejos de Él, y que se pueden perder para siempre, y por eso más aún se ofrece sin quejarse.
Su Cuerpo está que arde entre la Sangre y el dolor. Ya entró en Su agonía, la agonía que ofrece por todos los que andan sin vida, para que vuelvan a la Vida. Él sabe que Su Sangre resucita y saca todo mal, y también las espinas que a veces hieren vuestras vidas. Por eso no grita, tan solo, te mira.
¡Ay qué agudas espinas hieren la Cabeza de Jesús, el Mesías!
Parecen agujas que Lo traspasan, entre burlas y cachetadas. Pero Jesús se calla. No contesta nada porque te ama, y te muestra cómo vencer cuando te lastiman. No con rencor, ni malas palabras. No con herir a los que no aman, sino como un Rey. Como un Verdadero Rey se ofrece Él, para que lo seas vos también.
Ofrece en este momento también todos tus malos pensamientos, para que tu corazón sea bueno y nuevo. Para que no justifiques tu actuar mal, porque te hieren o lastiman, sino para que tu cabeza esté erguida, pensando en la corona divina que El mismo Jesús te dará algún día. Por eso no temas, no burles, no hables mal. No golpees vos más porque hayas sido golpeado y menos aún que quede en tu corazón todo aquello que te ha herido, porque es algo malo, que te va a ir envenenando. Sácalo, mirando a Jesús cuánto te está amando y viviendo todo, por tus pecados. Para que ya no pienses en lo malo, sino en que Él te quiere santo.
Pobre Jesús. Lo dejaron solo, después que hizo todo por todos. Sólo Lo sigue Su Mamá, la Virgen, Juan y sus discípulas y algunos pocos más, entre la gente que antes era amiga y ahora parece enfurecida, porque prefirieron la envidia y el callar, o las cosas del mal, antes de amar, como Jesús les enseñó a amar.
Jesús ya va todo golpeado. Le cuesta respirar. La Cruz es entera pero un palo de ella lo golpea tanto en Su Hombro derecho, que le sacó toda la Carne hasta el Hueso. Jesús no se queja, pero busca, si, busca en este camino del dolor a Sus amigos. Te busca a vos… ¿estás?
No dejes solo a Jesús, El hace todo por vos. No dejes solos a los que sufren, a los que te necesitan, aunque sea muestrales tu sonrisa, porque una sonrisa para Jesús y María les da consuelo y compañía como a tantos que también en la vida agonizan y sufren necesidades infinitas.
Un Ángel nos está mostrando, y corre ahora como un velo pesado todo de púrpura pintado, y nos enseña por el velo de los siglos a Jesús ensangrentado y caído en un Monte sombrío.
Su Pecho está dolorido, y le duele Su Corazón hasta el infinito por todos aquellos que se decían Sus amigos pero que Lo han perdido, Lo abandonaron, Lo dejaron. ¿Dónde están todos los que Él ha curado, y Lo abrazaron? Jesús sigue buscando.
Ahora Él mira. Mira a aquellos que Lo están golpeando y sobre la Cruz postrando. Ahora le golpean unos clavos en Sus Pies y Manos. Su Madre Lo sigue mirando, también su Corazón llora tanto, esta traspasado. La Madre y el Hijo, siempre unidos, siempre dando todo por ustedes, pequeños hijos, hasta el mayor de los martirios.
Y Jesús, su Pequeño Niño, poniendo Sus Hermosos Ojos en el Cielo, exclama:” Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Y así una vez más, el Amor de Dios trata de quitar todo lo malo de sus corazones perdonándolos y amándolos.
Por eso, niños, amen como Jesús, dando amor verdadero por los que están ciegos, por los que no son buenos y por todos los dolores de María, que es Nuestra Reina, vestida en su Corazón de llagas y tristezas, y que aún hoy todo por ustedes entrega para que sus vidas sean buenas.
Y así Jesús, Nuestro Señor y Dios, en un último aliento, desgarrado y con fuerte voz, entrega Su Espíritu al Padre y muere en la Cruz.
► Misterios de Gloria ◀︎
¡La Cruz Brilla!
Un hermoso Angel nos sigue mostrando que más allá del dolor, cuando cumplimos lo que Dios quiere, como Él siempre hace todo para el bien, la Cruz y el dolor empiezan a brillar y se convierten en rio de amor y paz, que nos sana y llena de gozo el alma. ¡Nos resucita!
Así pasó con Jesús. Así pasó con Su Cruz y así pasa con todas nuestras cruces, porque la Cruz aunque no la veamos, siempre, siempre brilla.
Cerca nuestro hay siempre un Ángel de la Guarda, diciéndonos que nuestras cruces son semillas doradísimas, son semillas de resurrección y vida. Que digamos entonces, con fuerza y alegría: yo creo en la Resurrección y la Vida. ¡Yo creo, porque Jesús es Vida!Y ahora vamos a conocer los preciosos MISTERIOS DE GLORIA.
Oigamos en nuestros corazones a todos, todísimos los Ángeles cantando y a Dios glorificando. Vamos a encontrarlos, ¡ellos quieren que nos unamos a su gozo y a su canto!
Un Ángel corriendo un velo gris dorado nos va mostrando…
Todo parece haber pasado. Ya la tierra se tiñó de llanto y de espanto en aquel Viernes Santo, y Jesús en el Sepulcro ha quedado. Pero María, la Virgen que su Corazón transformó en Cuna de la Resurrección, un Corazón regado por los Clavos del Dolor, espera. Si, espera a Jesús. Lo espera resucitado, porque Él mismo se lo ha contado, y aunque la oscuridad parece haber todo transformado, su Corazón está orando y esperando a su Hijo Amado.
María espera porque Jesús nos prometió que resucitaría al tercer día. Y es en esta espera que la Virgen María bañada de lágrimas y traspasada por la espada del amor, ora y pide la resurrección.
Entonces el Buen Padre Dios, a Ella, Dulzura del Amor, se inclinó y sus ruegos contestó. En un instante una gran Luz todo traspasó, que hasta el suelo tronó, y un abrazo del Amor sintió. Jesús resucitó y a Ella corrió, y en amorosa Voz le dijo: Mamá aquí estoy, ¡Soy Yo! ¡Tu Hijo!
Jesús ha resucitado, todo el Cielo está cantando. ¡El sepulcro vacío ha quedado! ¡Dios vence a la muerte y al pecado, y los ha rescatado!
¿La misión rescate ha terminado o quizás ha empezado? ¡Porque ahora ustedes, niños amados, tienen que seguir rescatando, con Jesús Resucitado que camina hoy a vuestro lado y es Vuestro refugio y amparo!
¡Nadie puede contra Dios!
¡Ey! No tengan miedo, si en este Misterio Jesús les pide que no tengan miedo.
En este Misterio tan pero tan maravilloso, Jesús sube al Cielo para habitar en la Casa que también para ustedes prepara. Es una Casa de Majestad y Gracia, grandísima, y ahí los espera a todos los que en esta tierra hayan sido semillas doradísimas de vida, de paz, y de amor que se vienen a dar y siempre florecerá.
A todos ustedes chicos hoy los mira, y viene a vestirlos de blanco, del Pan que Él a todos les ha dejado, que es Él mismo, Jesús vivo en la Eucaristía. Y así a todos los viste también de Cielo, para que en la tierra vivan y muestren Su Reino.
¿Te animas a hacerlo?
¡Todo se viste de Luz, todo se viste de espera! ¡Ven Señor, ven!
¡Este misterio es estrepitoso, es inconmensurable! Es Dios que muestra a todos Su Presencia, Su Potestad y Gracia.
Veamos…
María está con los Apóstoles en una sala grande. Pareciera más grande de lo que es. Se huele un aroma dulce, semejante al incienso, pero es más rico, más dulce. Está todo a media luz, y con las ventanas cerradas una lámpara ilumina el precioso rostro de María que lee a los Apóstoles la Palabra del Señor.
El silencio pareciera envolver todo, pero de repente se oye un ventarrón, o quizás pareciera más un trueno eterno. Un sonido que baja del Cielo como música en medio de aquel estruendo. Todo se estremece, los apóstoles tiemblan. María en paz sonríe.
El Cielo se ha iluminado y en la oscuridad de aquel lugar desciende como Luz infinita, como Hoguera de Amor, el Espíritu de Dios, el Gozo de los Santos, que los va iluminando, que los cubre y desborda en aquella habitación que como Bola Gigantesca de Fuego se transformó en Morada de Dios. Irrumpe en los Apóstoles, se sumerge en María que Lo abraza y arrodillada Lo alaba. Dios se hunde en cada uno, hace Su Morada en cada corazón, que se transforma en brote de la Gloria de Dios, brillando con una luz intensísima en el Corazón de la Madre que nos dio.
El Espíritu todo cambia. Ha transformado las almas, y ha puesto Su Fuego en aquellos que a Él se dieron, y ahora en sus rostros está. Esa Luz Divina que ilumina e iluminará toda la tierra.
Niños, oren y háganse pequeñísimos, para ser Morada del Altísimo y tener ese brillo. Pidan el Santo Espíritu que quiere estar con ustedes, pequeñitos.
Nuestro Angel nos va mostrando las maravillas que Dios nos ha regalado, y nos pide…
Qué hermoso lo que ahora van a ver. Les pido que sus corazones me entreguéis para que así puedan ver lo que el Señor les quiere mostrar también.
Nuestra Señora está cansada. Se encuentra en una cama recostada, todos los discípulos quieren cuidarla y Ella a Juan llama. Él la mira dolorido, con lágrimas en sus ojos de buen hijo. Ella le sonríe dulce y débilmente: “no llores Juan, me voy con Mi Hijo. Mantente fiel a Mi Hijo. Él siempre estará con ustedes y yo los cuido”.
Se oye un ruido. Todo está iluminadísimo. María parece ahora descansar. Juan la mira y sobre Ella se inclina, sosteniendo sus manos. Corre una brisa y todo más se ilumina. Se escucha llanto y también canto. María sigue como dormida, y entonces la Luz se hace intensísima y sólo se ve a María que no sólo brilla, sino que como en una cortina doradísima es llevada por millones y millones de ángeles en alabanza y alegría al Cielo. Se ve en María una sonrisa mientras cada vez más brilla y desaparece en esa Cúpula Divina. Todos los Ángeles la escoltaron junto a Jesús, su Hijo Amado, que con un beso la ha despertado y se unieron en un infinito abrazo. María siente que todo ha pasado y que en ese abrazo Le entrega a todos sus amados.
Hoy María a ti te está mirando y quiere abrazarte. Toma sus manos, porque Ella en el Corazón de Jesús quiere dejarte y así cuidarte.
Hoy María brilla y tiene coronas de formas infinitas. Algunas con orquídeas, otras con rosas, otras de oro, plata y gemas preciosas. Pero la que Ella más usa es la de Estrellas. Sí, su corona de Estrellas, porque las Estrellas son la santidad. Las estrellas son sus hijos que, junto a Ella, brillan ya. Las estrellas son destellos de la Luz Divina que ilumina el Cielo y la tierra. Son los doce Apóstoles, son sus discípulos, son las doce tribus del Señor, son la Gloria de Dios en cada corazón.
María es coronada por su gracia, y El mismo Dios viene a coronarla. Padre, Hijo y El Santo Espíritu le han dado el título de Reina y Señora del Cielo y la tierra. Todo se ha iluminado, aquel Belén, el Huerto y el Calvario, porque Ella todo ha entregado. Y Ella sigue avanzando, iluminando el desierto que bajo sus pies ha quedado, porque vestida de Estrella, Señora y Reina hoy pisa la tierra para con su presencia cambiar todo pesar, y así disipar y vencer el mal y convertir a todos en estrellas.
Niños amados, ¿queréis ser estrella? pues entregadle el corazón a la Dulce Reina, que os dará una vida nueva y os llevará a la gran Fiesta.
Terminado el 3 de diciembre de 2021, Fiesta de San Francisco Javier. Maldonado, Uruguay.