Fiesta: 7 de agosto
¿Quién es San Cayetano?
Cayetano nació en Vicenza en el año 1480. Estudió derecho en Padua y, después de recibir la ordenación sacerdotal, fundó en Roma la sociedad de Clérigos Regulares Teatinos, con el fin de promover la renovación espiritual del clero y la vida apostólica. Esta sociedad se propagó luego por el territorio de Venecia y el reino de Nápoles. San Cayetano se distinguió por su asiduidad en la oración y por la práctica de la caridad para con el prójimo especialmente de los más pobres y enfermos. Murió en Nápoles en el año 1547. En Argentina se lo venera como el santo patrono del pan y el trabajo.
Hombre humilde, sencillo, de pocas y serias palabras, pero llenas de un inmenso amor a Jesús y María a quienes entrega su vida. Con entera confianza puesta en la Divina Providencia, se abandona en caridad ardiente para con los enfermos y más necesitados.
Nacimiento
Nace en la ciudad de Vicenza en 1480 en la noble familia de Thiene. Es hijo del conde Gaspar de Thiene y su madre es María di Porto. Siendo niño quedó huérfano de padre, permaneciendo al cuidado de su piadosa madre quien dio a sus hijos un admirable ejemplo.
De familia con grandes riquezas, San Cayetano queda como único heredero luego del fallecimiento de su padre y sus hermanos. Sin embargo, no duda en desprenderse de sus bienes y repartirlos a los más pobres. En una carta escribe la razón que tuvo para ello, un deseo ardiente de imitar a Cristo: «Él me invita, en Su bondad, a tener parte en este Reino dándome a entender cada día más claramente que no podemos servir a dos señores. Veo a Cristo pobre y a mí rico, a Cristo escarnecido y a mí en delicias. Ardo en deseos de acercarme a Cristo siquiera unos pasos.”
Sus estudios y vocación sacerdotal
Cayetano estudia en la Universidad de Padua logrando doctorarse en derecho canónico y civil a sus 24 años. Si bien no se conoce cómo surge su vocación sacerdotal, la tradición cuenta que al finalizar sus estudios en Padua, Cayetano recibe la sagrada tonsura. Ésta era signo de disposición y preparación para recibir el sacramento del orden sagrado en cuya ceremonia era usual el corte de una parte del cabello. Sin embargo, pasará un intervalo de doce años hasta alcanzar su vocación sacerdotal.
Mientras tanto, el joven Cayetano es reconocido rápidamente por sus habilidades en el derecho que lo llevan a posicionarse entre funcionarios y legisladores siendo nombrado senador en su ciudad natal.
Pero, nada se escapa del plan de Dios, quien como Padre Bueno guía el corazón de nuestro querido santo en cada paso primero como buen abogado, preparándose espiritualmente para dar abundantes frutos en su labor reformadora como sacerdote más tarde en la vida.
Su período en Roma
Siguiendo su vocación, Cayetano estaba decidido a continuar sus estudios sacerdotales, motivo por el que se traslada a Roma en 1506 diciendo que Dios lo llama a realizar una gran obra. Allí es nombrado secretario privado del Papa Julio II y notario de la Santa Sede. Es así que el joven Cayetano ayuda al Papa a escribir las cartas apostólicas, y de esa forma conoce de cerca a muchos cardenales, obispos y sacerdotes que visitan Roma desde todo el mundo. Sin embargo, cuando el Papa muere en 1513, Cayetano decide no continuar en el cargo preparándose por tres años para ser sacerdote y recibe así a sus 36 años el Orden Sagrado.
Como nobel sacerdote, el respeto que tenía por la Santa Misa era tan grande que entre su ordenación sacerdotal y su primera misa pasaron tres meses, tiempo que dedicó a prepararse lo mejor posible para la celebración. Tan fuerte era el amor de Cayetano a la Eucaristía y a la Madre de Dios que pronto el Cielo lo sorprendería con un enorme regalo.
En Roma, Cayetano se inscribe en la Compañía del Amor Divino, una asociación que se dedicaba a ayudar a los pobres y a los enfermos y se esmeraba por llevar una vida lo más fervorosa posible. Es así que se lo ve entregado a la oración, al estudio de las Sagradas Escrituras y a la atención de los enfermos, especialmente de aquellos a quienes nadie se atrevía a acercarse y que denominaban como “incurables”. Como fruto de esta última actividad, Cayetano servidor intrépido funda el Hospital de Incurables de Venecia en 1522.
El gran milagro que transformó a Cayetano
Grande es la devoción de Cayetano a la Virgen. De ella escribe: “Le debo mi gratitud, ya que son muchas las pruebas que tengo recibidas de su amor”. Ese enorme amor de forma especial transforma la vida de Cayetano la noche de Navidad de 1517.
Cumpliéndose un año de haber celebrado su primera Misa, Cayetano reza fervorosamente en Roma en el altar del Pesebre en la Basílica Santa María la Mayor. Solo Dios sabe cuánto habrá conmovido a María la fe de Cayetano. En ese momento, recibe sobrenaturalmente de los brazos de la Virgen al Niñito Jesús recién nacido en compañía de San José. Esta experiencia mística se repite en la Fiesta de Reyes y de la Presentación del Señor, y queda sellada en el corazón de este gran santo a quien se lo suele representar con el Niño Jesús en brazos. Aún hoy día el Pesebre en que fue recostado el Pequeño Jesús se conserva en Santa María la Mayor, en Roma.
Dios le revela cómo su madre llegó al Cielo
En el año 1520, siendo cercana la muerte de su mamá, Cayetano confía el cuidado de su alma a San Miguel Arcángel y a Santa Mónica. Al poco tiempo de su fallecimiento, no tarda en recibir el consuelo de Dios por medio de la religiosa Sor Laura Mignani, su guía espiritual. Por Divina Revelación, ella supo que el alma de su mamá había sido presentada por San Miguel y Santa Mónica a la Santísima Virgen, y así en sus manos maternales era recibida en el Cielo.
Reliquia de San Roque en tiempos de guerra y peste
En 1521, atento a las necesidades de quienes se encomendaban a sus oraciones, Cayetano envía a la ciudad de Bérgamo la reliquia de San Roque que había tenido con él por un año. En Bérgamo se encontraban bajo amenaza de guerras y una creciente epidemia, por lo que Cayetano fiel a la comunión de los santos les confía esta reliquia para que en palabras del santo “se mantengan buenos católicos y sean preservados de la peste, el hambre y la guerra”. Estas son palabras que en la actualidad nos animan a pedir con confianza al Cielo para que interceda por la humanidad azotada por la pandemia.
La Iglesia de su tiempo
La cristiandad pasaba por un período de gran crisis debido a la corrupción y los excesos que debilitaban a la Iglesia. Cayetano era uno de los que más imploraban la verdadera reforma de vida y de costumbres dentro de la Iglesia. Repetía a menudo: «Cristo espera, ninguno se mueve».
En ese tiempo estalló la revolución de Martin Lutero, declarándose en guerra contra la Iglesia de Roma. Arrastrados por la doctrina de Lutero, muchos querían seguir su ejemplo atacando y criticando a los jefes de la Iglesia Católica, pero Cayetano les decía: «Lo primero que hay que hacer para reformar a la Iglesia es reformarse uno a sí mismo».
Fundador
Comprometiéndose a reformar las costumbres de los eclesiásticos, se esforzó por restaurar en la Iglesia de su tiempo al modo de vivir de los Apóstoles. Con este espíritu, junto a Juan Pedro Carafa también miembro de la Compañía del Divino Amor de Roma, Cayetano funda la Orden de los Clérigos Regulares Teatinos el 14 de septiembre de 1524 recibiendo la aprobación del Papa Clemente VII.
El propósito principal de la orden era la renovación del clero, además de la predicación de la sana doctrina, el cuidado de los enfermos y la restauración del uso frecuente de los Sacramentos.
Cayetano se preocupaba mucho por el bien espiritual de su congregación. Solía decir: «En el oratorio rendimos a Dios el homenaje de la adoración, en el hospital le encontramos personalmente». Es así que Cayetano con el ejemplo ayudaba y servía personalmente a los pobres y enfermos de la ciudad y atendía a los pacientes con las enfermedades más repugnantes y más desprovistos de la caridad fraterna.
Si bien al comienzo los seguidores no eran muchos, eso no desanimó a nuestro querido santo quien continuó trabajando enérgicamente por la reforma del clero. A los cuatro años de la fundación de la orden, ésta contaba con doce miembros que de improviso deben escapar a Venecia al ser destruida su casa en Roma frente al saqueo del ejército en la ciudad.
En un primer momento, Carafa es elegido con el cargo de superior de la orden y en 1530 Cayetano lo sucede con profunda humildad y trabajo constante.
Sin cansancio Cayetano extiende la obra teatina y su carisma hacia las ciudades italianas de Verona, Venecia y Nápoles además de su ciudad natal. Allí, funda oratorios y crece en el servicio y el cuidado de los más pobres y enfermos, pero no tarda en recibir oposición a sus reformas. Cayetano permanece en Nápoles donde había más trabajo. La ciudad mejoró notablemente gracias a las prédicas y el trabajo apostólico del santo, que en ocasiones tuvo que enfrentarse con laicos y religiosos que predicaban el calvinismo, el luteranismo y otros errores.
Divina Providencia
Un día en su casa de religioso no había nada para comer porque todos habían repartido sus bienes entre los pobres. San Cayetano se fue al altar y dando unos golpecitos en la puerta del Sagrario donde estaban las Santas Hostias, le dijo a Jesús con toda confianza: «Jesús amado, te recuerdo que no tenemos hoy nada para comer». Al poco rato llegaron unas mulas trayendo muy buena cantidad de provisiones, y los arrieros no quisieron decir de dónde las enviaban.
“Nuestra patria es el Cielo”
Cayetano fallece en Nápoles el 7 de agosto de 1547 a los 67 años desgastado de tanto trabajar por conseguir la santificación de las almas. En su última enfermedad el médico aconsejó que lo acostaran sobre un colchón de lana y el santo exclamó: «Mi Salvador murió sobre una tosca cruz. Por favor permítame a mí que soy un pobre pecador, morir sobre unas tablas».
Es curioso que en el año en que Cayetano fallece, nace en Nápoles la Venerable Úrsula Benincasa quien en 1583 fundaría la rama femenina de los teatinos bajo el nombre de Congregación de Religiosas Teatinas de la Inmaculada Concepción.
Los restos mortales de Cayetano descansan en la cripta de la Basílica de San Pablo el Mayor de Nápoles. Es beatificado por el Papa Urbano VIII el 8 de octubre de 1629, mientras que es proclamado Santo por el Papa Clemente X el 12 de abril de 1671. Celebramos su fiesta litúrgica el día 7 de agosto.
Hoy en día la obra teatina se extiende por Italia, España, Estados Unidos, México, Colombia, Brasil y Argentina realizando tareas pastorales y de formación en escuelas llevando el carisma de San Cayetano y trabajando incansablemente por la salvación de las almas.
Devoción a San Cayetano en la Argentina
La devoción a San Cayetano llegó a nuestro país de la mano de quien puede llegar a ser la primera santa argentina, María Antonia Paz y Figueroa o Mamá Antula como es conocida en nuestro país.
Esta mujer de Santiago del Estero, hija de una familia rica, al igual que San Cayetano, entregó todos sus bienes a los pobres y se dedicó a evangelizar junto a los jesuitas a través de los ejercicios espirituales de San Ignacio.
Se instaló en Buenos Aires, y nombró a San Cayetano como patrono y protector de su congregación llamada Hermanas del Divino Salvador. Dicen que nunca faltó ningún sustento material en la Casa de Ejercicios Espirituales fundada por ella la cual aún funciona en la Ciudad de Buenos Aires. Es así que esta beata argentina llamaba a Cayetano “Abogado de la Providencia”.
En 1875 su congregación recibió una gran donación de terrenos y quintas, en una zona más allá del cinturón de circunvalación que actualmente situamos como la autopista General Paz. Allí se levantó una capilla u oratorio y se colocó la primera imagen de San Cayetano en Argentina, sitio que se amplió y acabó transformándose en lo que hoy conocemos como el Santuario de San Cayetano ubicado en el barrio de Liniers.
¿Cómo se difundió su devoción?
Durante la crisis mundial de 1929, la Argentina se sumergía en una crisis económica inmensa. Tanto fábricas como talleres cerraban y la gente deambulaba por las calles pidiendo pan y trabajo, como cuenta un poeta de la época.
Ante la desesperación de la gente, el Párroco de la Iglesia de Liniers decide dar a conocer la vida y obra de San Cayetano. En poco tiempo eran tantas las gracias recibidas por intercesión de San Cayetano que alrededor de la Parroquia empieza a formarse el Barrio de Liniers, un barrio de comerciantes y trabajadores prósperos. Es así que Cayetano es nombrado el “Santo del Pan y del Trabajo”.
Además, una antigua tradición cuenta que, cuando Buenos Aires era apenas una aldea, un campesino se arrodilló frente a la imagen de San Cayetano para rogarle por las cosechas que se venían secando a falta de lluvias. Pidió con gran insistencia, y para que el santo no se olvidara de sus ruegos, colocó en la mano de la imagen unas espigas de trigo, símbolo que aún hoy se observa en las calles porteñas.
Su reliquia en el Santuario de Nuestra Señora del Cielo
En el Santuario dedicado a Nuestra Señora del Cielo en la Ciudad de Pilar en Argentina, contamos con la enorme alegría de venerar las reliquias de muchos santos que por gracia de Dios e intercesión de María fueron llegando desde los inicios, siendo abundantes los testimonios de las gracias recibidas. Es así que nuestro querido San Cayetano no quiso quedarse atrás y nos acompaña con su reliquia desde apenas unas semanas después de que se consagrara nuestro Templo en el año 2019. Como a todo aquel que con fe recurre a él, San Cayetano no se hizo esperar y a tan solo una semana de haber solicitado su reliquia, vino a quedarse en la Casa de María.
Veneramos la reliquia de este querido Santo en el Santuario de Nuestra Señora del Cielo, Pedro Pico 1686, La Lonja, Provincia de Buenos Aires siendo expuesta los días 7 de cada mes.
Oración a San Cayetano
San Cayetano hijo bravo de Dios,
hombre de misión,
hermano en el camino.
Te pido que consueles mi corazón.
Que implores por mí, misericordia y perdón.
Y que me hundas en el Corazón del pequeño Niño Dios,
para que pueda entregar mis cargas
y pueda oír en Sus santas Palabras,
la Voz de la esperanza y la Gracia.
Te ruego que le entregues mis necesidades
físicas y más aún las espirituales.
Para que en todo pueda yo agradarle y confiarle.
Que Su Amor bendiga mi camino,
para que así yo viva como buen hijo, confiando en el Altísimo.
Y que la Divina Providencia libere todas mis metas,
y a mi alma cuando se sienta aprisionada y turbada.
Amén.