San Chárbel

San Chárbel nació el 8 de mayo de 1828 en Bkaakafra (Norte del Líbano) de padres maronitas. Fue bautizado el 16 de agosto de ese mismo año con el nombre de Youssef Antoun Makjlouf (José Antonio Majluf). Era el quinto hijo de una familia pobre, pero respetable y devota con dos hermanos y dos hermanas mayores que él.

Su padre falleció el 8 de agosto de 1831 cuando regresaba de su servicio militar en el ejército turco bajo el dominio otomano en Líbano. El niño tenía 3 años, su madre lo crió.

En la escuela, José recibió instrucción de catequesis y liturgia de su párroco, donde aprendió el árabe y siríaco. Fue dedicado a la oración y prácticas devotas desde su infancia.

A los 10 años, él y sus compañeros ya podían leer el siríaco sin error, cantar en el oficio y servir a la Iglesia según el carácter monástico que distinguió desde su origen a la comunidad maronita.

Así comenzó una inclinación a la vida monacal y ascética, tomando como ejemplo a sus dos tíos maternos ermitaños del convento de San Antonio Kozhaya, recibiendo de ellos el ejemplo de muchas virtudes.

Era muy piadoso, tanto es así que en la aldea solían llamarle “el santo”. Llevaba su pequeña manada a los campos donde la dejaba pastar mientras él entraba en una gruta cercana para dedicarse a la profunda oración delante de una imagen de la Virgen María. Esta gruta se convirtió en su altar y su primera ermita.

En 1851, a la edad de 23 años, dejó a su familia y su aldea para comenzar su primer año de noviciado en el monasterio de Maifuq. Decidió tomar el nombre “Chárbel” en honor de un mártir de la iglesia de Antioquía del siglo II.

En 1852, se fue a vivir al Monasterio de Annaya para su segundo año de noviciado. Allí, el 1 de noviembre de 1853, pronunció sus votos monásticos de obediencia, pobreza y castidad.

Recibió su formación en teología en el Monasterio de los Santos Cipriano y Justina en Kfifane entre los años 1853 y 1859. El padre Ni’mat Allah Kassab Al-Hardini (Nematala Al-Hardin), quien fue canonizado el 16 de mayo de 2004, fue profesor de Chárbel y sus compañeros seminaristas.

El 23 de julio de 1859, Chárbel fue ordenado sacerdote de la Orden Libanesa Maronita. Pasó 16 años (1859-1875) en el monasterio de Annaya, orando y trabajando en los campos con sus hermanos monjes. Obedecía a sus superiores sin vacilar, observando fielmente todas las normas y vivió una vida de sacrificio en condiciones austeras.

Además, era duro con sí mismo viviendo penitencias y mortificaciones del cuerpo. Se abnegó de toda vida mundana dedicándose al servicio del Señor y la salvación de las almas.

Durante 1875, Dios inspiró al Padre Chárbel a retirarse en la Ermita de San Pedro y Pablo dependiente del Convento de San Marón – Annaya, a pesar del rechazo usual de los superiores para estar a solas en la Ermita. Mientras el Padre Presidente estaba en dudas, le vino una señal del cielo en el milagro de la lámpara: Durante una noche, el Padre Chárbel pidió al siervo del monasterio rellenar la lámpara de aceite, y éste se la rellenó de agua en vez de aceite. Pero para sorpresa de todos, la lámpara encendió de manera normal. Este milagro fue el inicio de los milagros de Chárbel y así logró el permiso de sus superiores en adelantar el día de retirarse a su ermita deseada.

El 15 de febrero de 1875 fue el primer día de su vida en el eremitorio, donde permaneció durante 23 años. Pasaba el día en oración, contemplación y adoración, además de trabajar diligentemente llevando a cabo tareas manuales en los campos y viñedos. Era un modelo de entrega y desapego total del mundo. El Padre Chárbel reflejaba la gracia y la fortaleza que Dios le había otorgado a través de las virtudes monásticas de obediencia, pobreza y castidad. Nunca dejaba la ermita salvo si se lo ordenaban sus superiores, quienes le pedían que saliera a sanar a los enfermos. ​Siguió el camino de los padres ermitaños arrodillándose devotamente delante de Jesucristo en la Santa Eucaristía, dirigiendo silenciosamente sus oraciones hacia Él y pasando toda la noche en ferviente adoración.

Llegó a ser conocido como “el santo embriagado de Dios”. Durante su vida, San Chárbel no solamente sanó a las personas de enfermedades físicas, sino también espirituales, incluso expulsando demonios.

Durante la celebración de una misa con fecha del 16 de diciembre de 1898, sufrió una hemiplejia, quedando paralizado. Estuvo en una crisis que duró ocho días durante los cuales sufrió con tranquilidad los dolores de la agonía, con quietud a pesar de las terribles dolencias. En su lucha, el Padre Chárbel no dejaba de repetir la oración que no pudo terminar en la misa: “Padre de la verdad, he aquí Tu Hijo, el sacrificio en el que Tú Te complaces. Acepta a aquel que murió por mí…” así como también invocaba el nombre de Jesús, María, San José, Pedro y Pablo los santos patronos de la ermita.

Por consiguiente, el alma de Charbel se liberó de su envoltura carnal volviendo a la morada del Padre el 24 de diciembre de 1898, en la víspera de Nochebuena.

Fue enterrado en el Cementerio del Convento de San Marón – Annaya, en un día nevado con mucho frío con la asistencia de unos pocos monjes.

El superior, padre Antonio Michimchani, escribió acerca de él en el registro de fallecidos del monasterio:

“El día 24 del mes de diciembre de 1898, el padre Chárbel, ermitaño de Beqakafra, falleció después de sufrir un infarto cerebral y de recibir los sacramentos de la última unción. Fue enterrado en el cementerio del monasterio. Tenía setenta años. El padre Antonio Michimchani era el superior del monasterio. Lo que Dios hará después de su muerte será prueba suficiente de su comportamiento ejemplar en la observación de sus votos, en tal medida que podemos decir que su obediencia era angelical, y no humana”.

Su vida después de la muerte

Tras su fallecimiento, surgieron luces espirituales de su tumba, la gente comenzó a verlas y todos comentaban acerca de la luz que se veía salir alrededor de su tumba.

Cuando las autoridades eclesiales abrieron su ataúd, descubrieron el cuerpo incorrupto de San Chárbel que supuraba sudor y sangre.

El 15 de abril de 1899, el patriarca maronita permitió que el cuerpo fuese trasladado a un ataúd especial, el cual colocaron en una nueva tumba dentro del monasterio.

Empezaron a llegar infinidad de peregrinos a venerarlo, de todas las religiones, rogando por su intercesión. Dios les concedió a muchos de ellos curaciones físicas y gracias espirituales, especialmente conversiones.

La causa de canonización de San Chárbel fue presentada oficialmente al Papa Pío XI el 12 de diciembre de 1925.

Debido al flujo de sudor y sangre, el ataúd y la tumba del Santo tuvieron que cambiarse varias veces a lo largo de los años. El 24 de julio de 1927 transfirieron el cuerpo a una tercera tumba.

En 1950 se abrió su ataúd en presencia de médicos certificados y miembros de un comité oficial de la Iglesia y el gobierno libanés, quienes verificaron la integridad del cuerpo de San Chárbel. Escribieron un informe médico y lo colocaron en una caja dentro del ataúd.

Inmediatamente después, los milagros y curaciones empezaron a multiplicarse de forma asombrosa. Decenas de miles de peregrinos del mundo entero, de distintas religiones y comunidades acudieron al monasterio de Annaya, solicitando la intercesión del santo ermitaño.

El cuerpo de San Chárbel continuó exudando y sangrando, este óleo santo fue el instrumento para muchos milagros, hasta hoy es distribuído y administrado por los monjes maronitas que custodian sus reliquias.

Desde esa fecha hasta la actualidad, los monjes del Monasterio de Santo Maron-Annaya no han dejado de registrar las gracias otorgadas por la intercesión del Santo. Los milagros hechos por su intercesión son innumerables. 

La mayoría de los que recibieron la gracia de la curación padecían de enfermedades malignas, crónicas e incurables. Cada uno se curó de una manera diferente del otro: por la oración de los demás, por untar aceite bendito, por un grano de incienso, por tocar el cinturón o el hábito de San Chárbel, por participar en la misa cerca de su tumba o en la ermita, o por rezar su novena u oración para obtener una gracia.

Estas curaciones no tocan solamente el cuerpo sino también el espíritu afligido por el pecado, la perdición, y el alejamiento de Dios. Cuántos visitantes se arrepintieron y retomaron el camino recto después de haber visitado el Monasterio de Santo Maron-Annaya o de la ermita de los Santos Pedro y Pablo.

El punto común entre todas estas curaciones es la fe en la intercesión de San Chárbel ante Cristo el Hijo de Dios vivo, el hacedor de milagros.

Su Beatificación y Canonización

El Papa Pío XII aprobó el decreto reconociendo las heroicas virtudes del futuro santo el día 2 de abril de 1954. Su Santidad el Papa San Pablo VI presidió el 5 de diciembre de 1965 la ceremonia de beatificación de San Chárbel a la conclusión del Concilio Vaticano Segundo.

La decisión de la beatificación de San Chárbel se basó en dos milagros:

  1. La curación milagrosa de la hermana María Abel Kamari de la congregación del Sagrado Corazón, que sufría de una disfunción del hígado, la vesícula biliar y los riñones. También padecía adherencias abdominales. Vomitaba la mayoría de su comida con sangre. Su mano derecha estaba paralizada y la tenían que ayudar a caminar. Estuvo a punto de morir tres veces.
  2. La sanación milagrosa, cerca del final de 1950 de don Alejandro Obeid, quien recuperó la vista en el ojo derecho que había quedado ciego debido a un accidente en 1937.

El 9 de octubre de 1977, Su Santidad el Papa San Pablo VI presidió la ceremonia de canonización del beato Chárbel en la Basílica de San Pedro en el Vaticano. La sanación milagrosa de Miriam Awad de un cáncer de garganta en 1967 fue aceptada como milagro oficial para la canonización.

Su festividad litúrgica en la Iglesia Católica es el 24 de julio.

Oración a San Chárbel para la salud

Tú Señor, que no quieres la muerte del pecador,
sino que se arrepienta y viva, dígnate aceptar
los sufrimientos y las angustias que tu hijo/a (se dice el nombre)
afligido/a por la enfermedad.

Por la intercesión de San Chárbel,
apóstol de los enfermos,
concédenos valor y paciencia en la enfermedad;
y si es tu voluntad para bien nuestro,
otórganos la salud del alma y cuerpo
manifestando tu poder de amor y compasión.

Para que sanos y alegres podamos cumplir tus mandamientos
proclamando tus maravillas y glorificándote con una vida santa,
como lo hizo San Chárbel.

Amén.

Meditación: Toda la vida de San Chárbel fue un reflejo de las excelsas virtudes de la Santísima Virgen María. La devoción a Ella siempre nos garantiza la salvación.